Con un precio de 23,3 millones de euros, el Boat Tail no es sólo la mesita de picnic más cara que existe, si no también el primero de una nueva línea de negocio que plantea la marca británica donde la personalización y la máxima expresión del lujo serán los ingredientes principales.

Parece que el término del lujo está alcanzando un nuevo nivel, se está reinventando. Originalmente hacía referencia a todo aquello fabricado a mano y a medida del cliente, normalmente adinerado. Con el tiempo se convirtió en sinónimo de objetos deseables fabricados con los materiales más lujosos y valiosos que conocíamos, y que gracias a la producción industrial supuso el nacimiento de la moda de lujo y las marcas más premium.
El automóvil siempre se ha considerado un objeto, una máquina, pero con un valor diferencial al resto. Es por tanto, que las marcas se han fijado en la industria de la moda, las joyas y la tecnología para crear deseables productos que pudieran diferenciar una herramienta como es el vehículo y convertirlo en algo más, por lo que la gente estuviese dispuesta a soñar.

Actualmente, gracias a diseñadores carroceros como Bertone, Pininfarina o Zagato, las marcas de lujo tienden a ofrecer productos súper limitados a precios de infarto que aseguran la máxima exclusividad dentro de la marca elegida. Las carrocerías a medida y las versiones “tailor made” o “one-off” se han convertido en una opción para los más exigentes dentro de todas las marcas de alta gama.
Rolls-Royce ha escuchado a sus clientes y promete próximas mini ediciones limitadas con carrocerías a medida como ya lo hizo con el Sweptail en 2017. Este nuevo modelo, el Boat Tail, trata de reflejar un concepto del yate de lujo con ruedas, como se ha definido a Rolls-Royce en los últimos años, en la máxima expresión del lujo contemporáneo con estilo icónico a la vez que aerodinámico. Tanto es así que el propio Torsten Müller-Ötvos, director ejecutivo de Rolls-Royce, comenta; “Este es el auténtico lujo. Este es el mecenazgo contemporáneo en su forma más auténtica. No podemos esperar a ver lo que seguirá al Boat Tail.”

El Boat Tail recibe este nombre debido a su clara inspiración en la industria y diseño náutico y su faceta más próxima a la Dolce Vita que fascina a sus cliente más adinerados. En este caso, tres clientes pidieron un producto especial, algo diferente al resto, que se inspirara en la popa de un yate y que contase los detalles más lujosos que la marca fuera capaz de ofrecer. La marca aceptó el reto y estos clientes debieron pagar el importe íntegro antes de siquiera ver los bocetos del coche.
Este diseño mide 69 centímetros más que el Sweptail, unos 5,8 metros de largo repletos de detalles náuticos como son las maderas tratadas con vetas lineales o las incrustaciones en acero inoxidable. Además la capota tiene una caída que trata de recordar a los barcos de recreo. Algo que Porsche hizo en su 718 Spyder y que ya en su día encantó a los potenciales clientes.

El resto de los detalles son los habituales en un Rolls-Royce; los mejores cueros existentes, detalles pintados a mano por artístas británicos o madera tratada a mano por artesanos como hace más de un siglo. En este caso, además, se incluye un reloj Bovet 1822 a juego para los tres afortunados clientes del Boat Tail.
Las opciones de personalización que se ofrecieron a estos clientes se resumieron en una hoja en blanco. Tenían libertad total para configurar sus coches. Parece que a Rolls-Royce le gustaron estos encargos y ahora planea un departamento enfocado única y exclusivamente para aquellas mini series súper especiales que puedan requerir sus mejores clientes.